LAURA OPPICI, circunvalando la ciudad

Laura sugiere Funky Tango para acompañar la lectura

Desde la circunvalación,

La ciudad de Rosario es hoy, una ciudad que se muestra de cara al río Paraná. Con el transcurrir del tiempo ha crecido y se ha desarrollado.
Durante muchos años, por distintos motivos, he transitado la contracara de Rosario, utilizando los accesos que la circundan.
De esta forma es posible rodear la ciudad sin ingresar al pulmón de la misma, contemplando desde afuera e imaginando cómo es su interior.
Como una pasajera en viaje que observa el camino, así se suceden una a una las imágenes.

Cada fotografía impresa, es para mí, una extensión de la mirada, que a veces se desliza y otras se detiene en un punto.
De esta forma guardo en mi memoria y registro con la cámara un recorrido, que es habitual y que con el correr de los años, va cambiando su aspecto. Espacios grandes de tierra llana, utilizados para la construcción de viviendas.

Casonas viejas que se mantienen gracias al esfuerzo de quiénes la habitan, fonavis, barrios que crecen lentamente, desarmaderos con chatarra de distintos colores, el puerto que es testigo de cada salida del sol y de su ocaso,

la emoción de un partido de fútbol al costado del camino, niños jugando en una plaza cercana y el Gran Casino con sus exóticas palmeras, tan dispar al entorno, casi desubicado, aparece para dar fin al Bulevar Oroño.

Éste conjunto de imágenes describen “la parte de atrás” de una ciudad que crece mirando al río, es la espalda o el patio trasero de una casa, a veces olvidado, y otras, un tanto ajeno.
Sin embargo, son sus habitantes quienes le otorgan vida a esos barrios,

algunos inundados por la pobreza y tan disímiles al centro de la ciudad.
En ese recorrido que realizo hay otras personas que día a día viajan en camiones, autos, motos o carros a caballo.
Algunos un poco más lento o más rápido y a veces en sentido contrario. Todos ellos, colman de movimiento al paisaje.

Desde ahí afuera, donde estamos quienes nos movemos de un lugar a otro, es posible ver el horizonte.
Las casas de techos bajos se funden poco a poco con la llanura propia de nuestra región.
Los colores, también cambian a medida que se avanza en el camino, los árboles, el pasto, los espacios de tierra sembrada, con toda su variedad de verdes, marrones, amarillos, van quedando atrás.
Por delante, solamente podemos ver el color del cielo cortado por los grises edificios y el inmenso río deslizándose entre ellos.

Ésta es la contracara de una ciudad que crece a orillas del Río Paraná.
Desde allí, desde «la parte de atrás», ese majestuoso río pierde su valor, no se percibe, no se ve, solamente aparecen a lo lejos esos gigantes edificios, que como custodios, anuncian la llegada de algún viajante.

La città di Rosario è oggi, una città che si affaccia sul fiume Paraná. Con il passare del tempo è cresciuta e si è sviluppata.
Per molti anni e per diversi motivi, ho transitato «il dietro» di Rosario, usando gli accessi che la circondano. In questo modo è possibile circondare la città senza entrare nel cuore della stessa, contemplandola dall’esterno e immaginando come sarebbe il suo interno.
Come una passeggera in viaggio che osserva la strada, le immagini si susseguono una a una. Ogni fotografia stampata è, per me, un’estensione dello sguardo, che a volte scivola e talvolta si ferma in un punto. In questo modo, tengo nella memoria e registro con la fotocamera un percorso che si è fatto abitudine e che, nel corso degli anni, cambia aspetto.
Grandi aree di terreno pianeggiante utilizzate per la costruzione di case. Vecchie case mantenute grazie allo sforzo di chi le abita, case popolari che crescono lentamente, sfasciacarrozze pieni di rottami colorati, il porto che è testimone di ogni alba e tramonto, l’eccitazione di una partita di calcio a lato della strada, i bambini che giocano in una piazza vicina. Il grande casinò con le sue palme esotiche, così strane, quasi fuori luogo, sembra dar fine al Boulevard Oroño.
Questa serie di immagini descrive «il retro» di una città che cresce guardando il fiume, è il dorso, il cortile di una casa, a volte dimenticato, o in qualche modo straneo. Tuttavia, sono i suoi abitanti che danno vita a quei quartieri, alcuni inondati dalla povertà e così diversi dal centro della città.
In questo mio percorso, ci sono altre persone che viaggiano ogni giorno su camion, auto, motociclette o carri trainati dai cavalli. Alcuni un pò più lenti o più veloci e talvolta nella direzione opposta alle macchine, tutti loro riempiono il paesaggio di movimento.
Da lì, da quei percorsi di spostamento è possibile vedere l’orizzonte. Le case con soffitti bassi si fondono poco alla volta con la pianura della nostra regione. I colori cambiano anche man mano che si procede lungo la strada, gli alberi, l’erba, gli spazi di terra coltivata, con tutta la loro varietà di verdi, marroni, gialli, vengono lasciati dietro.
Davanti, possiamo vedere solo il colore del cielo tagliato dagli edifici grigi e l’immenso fiume che scorre tra loro
Questa è la controparte di una città che cresce sulle rive del fiume Paraná. Da lì, «dal retro», quel fiume maestoso perde il suo valore, non è più percepito, non si vede, appaiono solo in lontananza gli edifici giganti, che come custodi, annunciano l’arrivo di qualche viaggiatore.

Laura Oppici
Comienzo en el aprendizaje de la fotografía en el año 2003.
Más adelante, la curiosidad y las ganas de aprender me llevaron a formar parte del estudio-taller de fotografía de Gustavo Frittegotto. Es ahí donde participo de algunas muestras colectivas, “Pueblocampociudad”, “Pensamientos fotográficos”, ambas exponiéndose en Rosario (CEC y Centro de Arquitectura y Diseño-Túnel), Buenos Aires (Centro Cultural Borges), Misiones (Apóstoles) y algunas localidades en la Provincia de Santa Fe.
En la actualidad, la observación, la búsqueda de tranquilidad tan descuidada en estos tiempos, mi relación con la naturaleza, me llevan a dedicar tiempo libre fotografiando y recorriendo lugares que parecen perderse en el tiempo, alejados de la ciudad. Es en ese entorno donde la fotografía aparece, para mostrar, y revivir, lugares olvidados.
De esta manera afianzo la mirada, el conocimiento, y poco a poco voy desarrollando trabajos personales.

Música de Luis Salinas (Funky tango) para acompañar https://www.youtube.com/watch?v=kG9jcKryLVE

Carlos Candia, acerca de la vieja costumbre de etiquetar.

Eclecticismo Académico Justicialista

Para acompañar la lectura Candia sugiere escuchar E. Satíe.

De afanes y obsesiones:
La ambición por clasificarlo todo nació, probablemente, a la sombra del Iluminismo y del Enciclopedismo, en la Francia del siglo XVIII. Para aquellos hombres, el universo entero debía ser encasillado: las estrellas y los cuerpos celestes, los minerales, los seres vivos, el arte, e incluso, el gusto, las sensaciones y las pasiones humanas. Los científicos, pensadores y filósofos de esos años, parecían poseídos por este misterioso interés, en su obcecación por comprender el complejo mundo que los rodeaba. La vasta empresa de la Enciclopedia da cuenta de la necesidad de acomodar el cosmos en un libro que lo duplique, como en el cuento de Borges sobre esos cartógrafos que, de tan precisos, hicieron el mapa del tamaño del territorio. Fue también Jorge Luis Borges quien, refiriéndose a Kafka, escribió que “su tema es la insoportable y trágica soledad de quien carece de un lugar, siquiera humildísimo, en el orden del universo”. No tener una posición en ese orbe parece ser fatal.
La imperiosa necesidad de concebir un cosmos regulado nos persigue desde la antigua Grecia, incluso desde el Egipto faraónico. En ese plan, los arquitectos renacentistas imaginaron sus edificios acomodados en una estricta grilla geométrica porque así pensaban al macrocosmos. Podemos incluir esta obsesión por etiquetar y clasificar todo lo que nos rodea en esta carrera por ordenar, aunque sea mentalmente, un universo casi infinito y aparentemente caótico.
El francés Georges Léopold Chrétien Frédéric Cuvier, en los albores del siglo XIX, propuso su sistema de clasificación del Reino Animal según la conformación o estructura de los seres vivos, basándose en la recientemente nacida anatomía comparada. La actitud de Cuvier recuerda mucho a otra persona obsesionada por las sistematizaciones: su contemporáneo y paisano Jean Nicholas Louis Durand, arquitecto. En la vasta producción de este profesor de la Ecole Polytechnique de París, se destaca un libro, cuyo título «Receuil et parallele des édifices en tout genre, anciens et modernes», ya denuncia a otra persona apasionada con las clasificaciones y las categorías. Esta obra consiste en un exhaustivo catálogo de edificios a lo largo de la historia y alrededor del planeta, todos dibujados a la misma escala, que servirían como fuente de partes y elementos a ser combinados en nuevos proyectos. Más tarde sobrevendría el paroxismo de la combinatoria arquitectónica conocido como arquitectura ecléctica o eclecticismo, que reinaría en el mundo occidental y sus satélites hasta bien entrado el siglo XX.
Los arquitectos (y sobre todo los historiadores del arte y la arquitectura), siempre hemos coqueteado con la facilidad de las etiquetas. Definir un “estilo”es exactamente eso: encontrar en una obra de arte (una pintura, un poema, una sinfonía, un edificio) ciertos rasgos que nos permitan colgarles un tranquilizador cartelito. Incluso hemos concebido gigantescas construcciones historiográficas como “Manierismo», “Barroco” o “Movimiento Moderno” solo para intentar explicar el complicado universo de las manifestaciones artísticas, siempre dejando afuera (podríamos decir, barriéndolos debajo de la alfombra) a los personajes incómodos o inconvenientes.
“Neogótico”, “neoclásico”, “neorrenacimiento” fueron algunas de las más famosas etiquetas. Cuando la cosa se complica, se apela a las ambiguas categorías “Academicismo” o “Eclecticismo”, que en sí no dicen nada y no hacen otra cosa que confundir aún más al observador.
Entonces, ¿Qué nos impide seguir inventando categorías, seguir pegando carteles en los edificios, continuar anotando pies de fotos con improbables estilos?
Este ejercicio nos permite reflexionar sobre esta vieja costumbre…
y reírnos un poco de nosotros mismos.
Carlos Candia, arquitecto.
Rosario, abril de 2019.

Pintoresquismo del sur Santafecino
Neo Albertiano Tardío del sur Santafecino
Pintoresquismo Fluvial Paranaense
Pintoresquismo a la Criolla
Neocolonial Sportivo de la pampa Humeda
Racionalismo Popular Serrano
Pintoresquismo Serrano pre Justicialista
Pintoresquismo Ferroviario del sur de Inglaterra
Clasisismo Afrancesado a la Rosarina
Racionalismo Popular Argentino
Art Decò Barrial
Urbano Criollo Afrancesado
Racionalismo Náutico del sur Santafecino
Racionalismo Barrial Pampeano
Art Decò del Sur de América
Grutesco Pintoresco Pampeano

Dei desideri e ossessioni:
L’ambizione di classificare tutto nacque probabilmente all’ombra dell’Illuminismo e dell’Enciclopedismo, nella Francia del XVIII secolo. Per quelli uomini, l’intero universo doveva essere tipizzato: le stelle e i corpi celesti, i minerali, gli esseri viventi, l’architettura e, persino, il gusto, le sensazioni e le passioni umane. Gli scienziati, i pensatori e i filosofi di quegli anni, sembravano posseduti da questo interesse misterioso, nella loro testardaggine di comprendere il complesso mondo che li circondava. La vasta impresa dell’enciclopedia dà conto della necessità di accogliere il cosmo in un libro che lo duplica, come nella storia di Borges su quei cartografi che, precisi, hanno fatto la mappa delle dimensioni del territorio. Fu anche Jorge Luis Borges che, riferendosi a Kafka, scrisse che «il suo soggetto è l’insopportabile e tragica solitudine di cui manca un luogo, anche umile, nell’ordine dell’universo». «. Non avere un posto al mondo sembra essere fatale.

L’imperativo bisogno di concepire un cosmo regolato ci persegue dall’antica Grecia, persino dall’Egitto faraonico. Fedeli a quell’idea, gli architetti del Rinascimento immaginavano i loro palazzi disposti in una rigida griglia geometrica perché lo pensavano così per il macrocosmo. Possiamo includere quest’ossessione per etichettare e classificare tutto ciò che ci circonda in quest’ossessione per ordinare, anche mentalmente, un universo quasi infinito e apparentemente caotico.

Il francese Lége Léopold Chrétien Frédéric Cuvier, agli inizi del XIX secolo, propose il suo sistema di classificazione del regno animale secondo la conformazione o la struttura degli esseri viventi, basata sull’anatomia comparata di recente nascita. L’atteggiamento di Cuvier ricorda molto un’altra persona ossessionata dalle sistematizzazioni: il suo contemporaneo e connazionale Jean Nicholas Louis Durand, architetto. Nella vasta produzione di questo professore all’EcolePolytechnique di Parigi, un libro si distingue, il cui titolo «Receuil et parallelé des édifices en toutgenre, anciens et modernes», denuncia già un’altra persona appassionata di classificazioni e categorie. Questo lavoro consiste in un esaustivo catalogo di edifici nel corso della storia e in tutto il pianeta, tutti disegnati alla stessa scala, che servirebbe come una fonte di parti ed elementi da combinare in nuovi progetti. Più tardi, regnerebbe il parossismo della combinatoria architettonica conosciuta come architettura eclettica o eclettismo, che regnerebbe nel mondo occidentale al XX secolo.

Gli architetti (e in particolare gli storici dell’arte e dell’architettura) abbiamo sempre giocato con la facilità di etichettare ogni cosa. Definire uno «stile» è esattamente questo: trovare in un’opera d’arte (un dipinto, un poema, un edificio) certe caratteristiche che ci permettono di appendere un piccolo segno rassicurante. Abbiamo persino concepito gigantesche costruzioni storiografiche come «Manierismo», «Barocco» o «Movimento Moderno» solo per cercare di spiegare il complicato universo delle manifestazioni artistiche, lasciando sempre fuori i personaggi scomodi.

«Neo-Gothic», «Neoclassical», «Neo-Renaissance» erano alcune delle etichette più famose. Quando le cose si complicano, si appellano all’ambiguo «Academicism» o «Eclecticism», che di per sé non dicono nulla e non fanno altro che confondere ancora di più l’osservatore.

Quindi, cosa ci impedisce di continuare a inventare categorie, continuare a scrivere didascalie osservando le foto degli edifici con stili improbabili? Quell’esercizio ci permette di riflettere su questa vecchia abitudine …
e perche no, ridere po’ di noi stessi.

Carlos Candia (Rosario, 1965) es arquitecto (U.N.R. 2002), paisajista (1993) y fotógrafo. Docente de Historia de Arquitectura (U.N.R) desde 2012, pasó fugazmente por cátedras de Introducción a la Arquitectura, Cine, Ciudad y Arquitectura y Taller de Fotografía aplicada. También ejerce la profesión de manera independiente, ha sido jardinero y trabajó en una carpintería en su juventud. Asistió, entre otros, a talleres de narrativa con Andrea Ocampo, fotografía con Raúl Damelio, producción artística con Lila Siegrist y dibujo con Mimí Escandell y Martín Kovensky.

Marco Zampieron, entre la distracción y la observación.

Claire de lune es la canción elegida para escuchar mientras lees.

Cien edificios
“El arte debe ayudar a llevar una vida ritual, una vida donde lavarse las manos, sentarse, pasar a través de una puerta o mirar por la ventana no sean automatismos, sino actos conscientes y reflexivos, llenos de sentido, despersonalizados hasta llegar a ser puramente humanos” Maya Deren

El viaje vuelve a las personas testigos. Perderse en una ciudad, olvidarse de las cosas que tenemos que hacer solo por responsabilidad, entrar en un estado de distracción. Sumergirse en el mundo de la observación, perder conscientemente el tiempo divirtiéndose.
Escribir parece necesario para que las ideas se aclaren, intentar pensar y reflexionar para poder ordenar pensamientos y sensaciones genera conclusiones que pueden ser forzadas para algunos trabajos. Este ensayo no es un proceso consiente, es un proceso acumulativo enfocado en la voluntad de hacer. Invertir tiempo en una sucesión de fotografías que pueden transmitir algo que aun desconozco o que pueden fracasar en el intento.
Un acto egoísta de hacer aquello que me apasiona sin la necesidad de pensar claramente porque sucede.Un hecho impulsivo y obsesivo de recolección y disfrute.
Hacerlo sin pensar se hace seductor, el tiempo es el que construye el pensamiento, desarrolla una idea, elimina lo que sobra.
Entonces el trabajo es la selección de una cantidad determinada de edificios de forma subjetiva, fotografiados y agrupados en un único lugar, dejando por consecuencia muchos otros afuera.La elección de cada edificio adquiere la misma importancia que la decisión del ángulo en que se fotografía, el día de la semana o la hora en que se ejecuta.
Es la necesidad de apropiarse de aquello que está ahí, dentro de una ciudad, aquello que puede obtenerse sin permiso. Lo público que se convierte en privado por medio del objeto fotográfico y vuelve a ser de todos al exhibirlo.
La acción se repite para encontrar comparación y así poder reflexionar más tarde, la posibilidad de tener un registro de situaciones urbanas, cien fragmentos de una ciudad. Una re significación de la obra arquitectónica a través de la mirada fotográfica.
La percepción de la ciudad se encuentra oculta en cada fotografía, cada una cuenta una breve historia, retrata el instante preciso de un momento urbano. Cien direcciones exactas forman un conjunto de decisiones tomadas intuitivamente, cargadas de experiencias y aprendizajes a lo largo del tiempo. Miradas de una misma cosa observadas un montón de veces.

Marco Zampieron – Rosario 2019

CENTO PALAZZI
«L’arte dovrebbe aiutare a condurre una vita rituale, una vita dove lavarsi le mani, sedersi, attraversare una porta o guardare fuori dalla finestra non sianodegli automatismi, ma atti coscienti e riflessivi, pieni di significato, spersonalizzati fino a diventare puramente umani» Maya Deren
Il viaggio fa delle persone dei testimoni. Perdersi in mezzo a una città, dimenticare le cose che dobbiamo fare solo per responsabilità, entrare in uno stato di distrazione. Immergersi nel mondo dell’osservazione, perdere consapevolmente il tempo divertendosi.
La scrittura sembra necessaria per chiarire le idee, provare a pensare e riflettere per ordinare pensieri e sensazioni che generano conclusioni che possono essere forzate per alcune opere. Questo saggio non è un processo consapevole, è un processo cumulativo focalizzato sulla volontà di fare.
Investire tempo in una serie di fotografie che possono trasmettere qualcosa che ancora non conosco o non riuscire nel tentativo di farlo.
Un atto egoistico di fare ciò che amo senza la necessità di pensare chiaramente perché succede. Un fatto impulsivo e ossessivo di raccolta e godimento. Seduce farlo senza pensare, il tempo costruisce il pensiero, sviluppa un’idea, elimina ciò che rimane.
Questo lavoro è la selezione di un certo numero di edifici fotografati in forma soggettiva, raggruppati in un unico luogo, lasciando fuori dalla selezione molti altri. La scelta di ogni costruzione acquisisce la stessa importanza della decisione dell’angolo in cui è fotografata, il giorno della settimana o l’ora in cui è eseguita.
È necessario appropriarsi di ciò che è lì, all’interno di una città, di ciò che si può ottenere senza permesso. Il pubblico che diventa privato per mezzo dell’oggetto fotografico e torna a essere pubblico quando si esibisce.
L’azione si ripete per trovare il confronto e quindi essere in grado di riflettere in seguito, la possibilità di avere un registro delle situazioni urbane, cento frammenti di una città. Una re significazione dell’opera architettonica attraverso lo sguardo fotografico.
La percezione della città è nascosta in ogni fotografia, ognuno racconta una breve storia, ritrae l’istante preciso di un momento urbano. Cento direzioni esatte formano un insieme di decisioni prese intuitivamente, caricate di esperienze e di apprendimento nel tempo. Sembra che la stessa cosa sia stata osservata molte volte.
Marco Zampieron – Rosario 2019

Marco Zampieron
Diseñador Grafico, 2004 – 2007 – CEPEC
Estudiante de Arquitectura, 2009 – 2019 – FAPyD
Colaborador Estudio Diego Jobell, 2013 -2014
Colaborador Estudio Aire, 2014
Colaborador Estudio Sparq, 2015 – 2016
Adscripto «Taller de Fotografía Aplicada a la Arquitectura» 2017 -2019 – FAPyD
Talleres La Gran Biblioteca y El Libro Fantasma 2017 y 2018 – Escuela Municipal Manuel Musto
Primer premio Concurso de ideas para estudiantes, UFLO. Anfiteatro de tango. La Boca BA 2013.
Mención Honorifica Concurso de Ideas para estudiantes, UFLO. Ingreso Reserva Ecológica Costanera Sur BA. 2014
Primer premio concurso para estudiantes Plaza Canada FAPyD Rosario, 2015
Segundo Premio Concurso Logotipo Radio Universidad Rosario, 2016
Fotografía seleccionada mes de Junio, El Tarjetón, Centro de Expresiones Contemporáneas Rosario, 2017
Mención Honorifica Concurso de Ideas para estudiantes, UFLO. Espacio social para la tercera edad BA. 2017
Fotografía Seleccionada Concurso «Yo te descubro» Artefe, Rosario 2018
Primer premio Concurso de ideas para estudiantes, UFLO. Observatorio Costero, BA 2018
Fotografía seleccionada mes de Agosto, El Tarjetón, Centro de Expresiones Contemporáneas Rosario, 2019

Claudia Cagnone, fotografías de un río y una ciudad que se desliza.

Alguna vez pensé que una ciudad debería tener las edificaciones de altura en el centro y avanzar hacia los bordes como si fueran gradas. Así cada cual si quisiera, podría ver desde su terraza que hay más allá

El río Paraná, que podríamos decir que funda la ciudad de Rosario, está presente de muchas maneras en nuestra vida cotidiana. Las hay sutiles como la humedad ambiente, los mosquitos, la forma que le da a la costa, socavándola por un lado, depositando sedimentos por otro, y también las hay más ostensibles como el agua que consumimos a diario o ese fenomenal paisaje que genera con el conjunto de islas.
Esa presencia silente, de paso lento y pesado parece ejercer sobre nosotros una fuerte atracción que hace que nos amontonemos en sus bordes, como atraídos por una gravedad visual.
Personas y edificios se deslizan, como por una resbaladiza pendiente, hacia sus orillas: gente sentada en la barranca de espaldas a la ciudad mirando el infinito, o que camina pegada a la costa, una especie de muralla de edificios, algunos muy altos.
Alguna vez pensé que una ciudad debería tener las edificaciones de altura en el centro y avanzar hacia los bordes como si fueran gradas. Así cada cual si quisiera, podría ver desde su terraza que hay más allá.
Este trabajo fotográfico lo comencé un poco sin saberlo.
Habitualmente subía con la cámara a la terraza del edificio donde vivo y allí me quedaba tomando fotografías de otras terrazas, de los espacios entre edificios y del río, que desde allí se veía en un entredós de cemento.
A medida que avanzaba y evaluaba qué pasaba superponiendo imágenes, desplazándolas y haciendo otras pruebas, fui en busca de terrazas de edificios amigos.
Gracias a esa multiplicidad de puntos de vista que me daban las diferentes ubicaciones es que pude imaginar distintas situaciones: que esas construcciones costeras se transparentaban, que la muralla de cemento se desprendía y empezaba a navegar como un barco, que la ciudad se trasladaba, que debajo de todo lo que veía estaba olvidada la llanura, que el Paraná bien podría llamarse también «pariente del mar»*.
Las imágenes que siguen, pensadas en estas idas y venidas, intentan plasmar, no se con qué fortuna, algunas de esas fantasías.

*La palabra Paraná viene del Guaraní, significa río, tambien mar o río que parece mar.
Término formado por Pará(mar, río) y ana (parecido o pariente de)

Il fiume Paraná, che si potrebbe dire di aver fondato la città di Rosario, è presente in molti modi nella nostra vita quotidiana. Ci sono presenze sottili come l’umidità, le zanzare, la forma che dà alla costa, minandola da un lato, depositando i sedimenti dall’altro, e ci sono anche più apparenti come l’acqua che consumiamo quotidianamente o quel paesaggio fenomenico che generano le isole.
Quella presenza silenziosa, lenta e pesante sembra esercitare su di noi una forte attrazione che ci fa aggruppare sui bordi, attratti da una gravità visiva.
Le persone e gli edifici scivolano, come su un pendio scivoloso, verso le sue rive: persone sedute sulla scogliera di fronte alla città che guardano l’infinito, o camminando lungo la costa, una specie di muro di edifici, alcuni molto alti.
Una volta ho pensato che una città dovrebbe avere edifici alti nel centro e muoversi verso i bordi come se fossero dei gradini. In quel modo ognuno, se voleva, poteva vedere dalla sua terrazza più in là.
Ho iniziato questo lavoro fotografico quasi senza saperlo. Di solito andavo con la macchina fotografica sulla terrazza dell’edificio in cui abitavo, e lì sono rimasta a fotografare altre terrazze, gli spazi tra gli edifici e il fiume, che da lì è si percepiva come un intercalare di cemento.
Man mano che fotografavo, sovrapponendo le immagini, spostandole e tentando altre composizioni, andai alla ricerca di terrazze di edifici dove abitavano amici miei.
Grazie a questa molteplicità di punti di vista che mi hanno dato le diverse postazioni, ho potuto immaginare diverse situazioni: che queste costruzioni sulla costa erano trasparenti, che i muri di cemento si staccavano e cominciavano a navigare come una nave, che la città si muoveva, che sotto tutto ciò che vedevo c’era, dimenticata, la pianura, che poteva anche chiamarsi «parente del mare «*.
Le immagini che seguono, scattate di volta in volta, cercano di catturare, non so con quale fortuna, alcune di quelle fantasie.

Claudia Cagnone
http://www.claudiacagnone.com.ar
Psicóloga, UNR, Argentina
Se inicia en la fotografía en el año 2005. Realiza cursos y toma clases con distintos fotógrafos de forma privada aunque su formación la realiza principalmente en el taller del fotógrafo Gustavo Frittegotto.
Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en la Provincia de Santa Fe, Misiones y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Su producción abarca temas variados pero el trabajo sobre su archivo familiar y los relacionados al paisaje son los que predominan.

  • “Mirada” (del archivo familiar)
  • Dos sueños (del archivo familiar)
  • Dos sueños II (del archivo familiar)
  • “Construyendo memoria: La familia Abrate”
  • “Terrazas”
  • «Ventana»
  • “Balneario Carcarañá”
  • “La humedad”
  • “Mi lejano Oeste”
  • «Día y noche»
  • «Días de lluvia»
    Publicaciones
    Revista Plot, arquitectura. Parte del trabajo “Terrazas”
    Revista Ojo de Pez, publica parte del trabajo Archivo Familiar, España
    Serie Tarjetón , Centro de Expresiones Contemporáneas MR
    Participa del libro «Rosario, esta ciudad», de la Editorial Municipal de Rosario

Canción para acompañar la lectura,
https://www.youtube.com/watch?v=B9jUzdk5DUU
TIERRA DE AGUA, gualambao, Los Núñez

Melina Spinetta

«Descubrí que para imaginar mundos no había límites y que era posible dibujarlos»

El primer acercamiento a la arquitectura como disciplina fue a mis 7 años de edad en la casa de mis abuelos. Habían desplegado sobre la mesa del comedor los planos del proyecto de una casa en el campo.
A pesar de que esa versión nunca fue construida, puedo recordar cada ambiente, la inclinación del techo, algunos detalles, los colores del plano. Ese momento fue un Big-Bang en mi vida: descubrir que para imaginar mundos no había límites y que era posible dibujarlo. No recuerdo si fue ese mismo día o varios después, dibujé en la servilleta de papel del lugar donde almorzamos “mi casa en el árbol”. Un espacio ortogonal atravesado por un semicírculo que alojaba el tronco de un árbol de eucaliptus. Ese día decidí ser arquitecta…aunque lo supe muchos años después.

Casa entre árboles – Barrio Puerto Paraíso – General Lagos – Santa Fe
Con CMS arquitectas – Año 2017 – Fotografía: Walter Salcedo

Crecí en un pequeño pueblo del Sur de la Provincia de Santa Fe típico de la llanura pampeana. Con cuadrícula parcelaria de 100m, una plaza central alrededor de la cual se ubican los edificios principales y la traza ferroviaria que corta la cuadrícula en dos, otorgándole un frente y un detrás: el pueblo y “atrás de la vía”. Esta definición urbana consolidada, de no más de 10 x 8 manzanas se va desmembrando hasta fundirse con los lotes sembrados. En el medio, cruzando o delimitando, siempre grupos de árboles, muchos eucaliptus, algunos pinos y álamos.

Las calles de mi pueblo. Al fondo la plaza principal. A la derecha, la casa de mis abuelos.Fotografía Walter Salcedo.

La libertad de mi niñez tuvo que ver con estos espacios de árboles y contacto con la naturaleza, fuente inagotable de imaginación y creatividad. Mi primera idea de espacio eran los delimitados por los árboles. Eran los lugares para jugar: cuevas, chozas, casa en el árbol, pistas de bici-cross. Los recorridos intrincados de las ramas de los árboles eran oportunidades únicas para treparlos y vencerlos en el sentido de encontrarle la manera de escalarlo. Los troncos caídos por las tormentas eran los mejores, ya que tenía mayor superficie horizontal para recorrerlo; al mismo tiempo, eran muros que delimitaban los espacios de juego.

Casa en San Luis – Barrio Los Quebrachos – San Luis – Años 2015/2016
Anteproyecto: con Arq. Leonardo Donati – Proyecto: con CMS arquitectas – Fotografía: Walter Salcedo

No recuerdo ni los nombres ni los rostros de las personas de mi pueblo, pero sí recuerdo las veredas. Dónde había un salto o rampita para salvar las diferencias de altura, dónde eran de baldosas, dónde de ladrillos puestos de cara cruzados de dos en dos; algunas veredas eran simplemente de cemento con grietas donde asomaban yuyos y cuya línea en el piso no se pisaba nunca!

Casa en esquina – Hughes – Santa Fe – Año 2004 – Fotografía: Walter Salcedo

Todas las casas imaginadas tenían patio y vereda, y daban a la calle de un espacio urbano también imaginario, pero que era el mío: con árboles frutales y flores, con plazas y parques, con un horizonte siempre visible y el campo como límite. Con los recorridos en bici, tardes de mate y amigos, la casa de mi abuela y sus rosales, mis primeros amores. Con la fresca de las noches de verano, la escarcha en invierno y las tormentas en un cielo gris plomo siempre tan reales; casi inevitables, pero imprescindibles.

En mi trabajo cotidiano, los dibujos o croquis permiten el origen de las ideas. Marcan los primeros trazos de un proyecto, y se mezclan las escalas y dimensiones en una misma hoja. La mayoría de las veces, estas ideas aparecen en los sueños y es muy común para mí dibujar en la cama, al despertar o acostarme. Así como salen, desprolijos y torcidos, no son un fin en sí mismos, sino una herramienta para pensar el proyecto, probar algunas ideas, confirmar o descartar otras. También muchas veces reafirman las decisiones adoptadas. Forman parte del proceso de diseño, para luego pasar en limpio mediante medios digitales.

Fotos de las últimas hojas del cuaderno de croquis
Enero 2019

La llegada a Rosario para estudiar arquitectura fue explosivamente liberador en mi vida. Dejar atrás el entorno familiar y los lugares conocidos. Fueron años de estreno de las propias decisiones, de armar la vida, de cauce, de identidad.
El ingreso al mundo de la arquitectura cambió mi mirada: pasé de ser sonámbula por las calles a atenta espectadora de lo urbano. Viajar en bondi era una oportunidad de ver mucho en poco tiempo: fachadas, remates, edificios grandes y pequeños pasando a gran velocidad.
Rosario que es la ciudad que me adoptó y elegí vivir, está construida por pedacitos. Los lotes de 8.66m de frente definen edificios sobre el límite.
Cada tanto, encontras ingresos y recesos de muros, con algún jardín delantero, algún fondo verde, con un pasillo que lleva a otros ingresos, una reja que deja entrever un patio. Todo eso es posible tenerlo en una sola cuadra, de cada una de las manzanas de Rosario. Encanto particular tienen los centros de manzana como un Tetris en tres dimensiones, como resabios libres por donde se cuela el verde y el sol.
Rosario además tiene una relación con sus espacios públicos muy fluida e inclusiva. La relación con el río y sus plazas y parques, está naturalizada por lo cercano y accesible, porque está incorporado en la cultura ciudadana. El rosarino camina su ciudad, visita los eventos culturales, tiene vida de parque y río.
En los proyectos de edificios insertos en la trama urbana del macrocentro de Rosario, hay un intento por rescatar esta identidad rosarina con proyectos acordes, no disruptivos, en relación con el espacio público y con sus centros de manzanas. Por ello,es fundamental que tengan buena iluminación y ventilación corrida, ventanas a patios verdes, vínculo visual con el espacio público, plantas bajas libres. En cuanto a la materialidad, la cuestión de la sustentabilidad es prioritaria: materiales nobles que impliquen bajo mantenimiento, buena durabilidad y envejecimiento digno.
La búsqueda de una autenticidad en el sentido de evitar pretensiones formales que desentonen, es el camino elegido.

Este cúmulo de experiencias, libre de preconceptos, es mi bagaje para la arquitectura. Mi inspiración y mis anhelos. La brújula que me lleva a destino.
Los proyectos no son para mí objeto-escultura, ni tampoco especulaciones materiales o elucubraciones formales/funcionales. Intento captar y lograr experiencias, modos de habitar que tienen que ver con disfrutar el sosiego de un patio fresco rodeados de plantas, un ingreso de luz que ilumine el ambiente, un recorte de cielo a través de una ventana, un sector íntimo de recogimiento para el descanso, una mesada-isla generosa para cocinar, ambientes que inviten al encuentro con los otros.
Espacios que trasmitan sensaciones y permitan las emociones, en donde el centro del interés esté puesto en la persona que lo habite y no en algo externo a ella. Que las experiencias simples de vivir -como el descanso, el encuentro con otros, el disfrutar de la lectura o de cocinar, entre otros- tengan lugar.
Las premisas principales que originan las primeras ideas tienen que ver con el sitio natural, el terreno particular, la ubicación regional, la tradición y cultura del lugar, las orientaciones, las visuales que interesen rescatar en el proyecto, y con sus ocupantes, sus anhelos e historias.
De todas estas cuestiones, surge el proyecto. La forma viene después y es el resultado de la puesta en relación y confluencia de estas búsquedas, y no al revés.
Me interesa cada vez más un tipo de arquitectura autobiográfica, en el sentido de intentar plasmar, deliberadamente o no, lo que considero importante en la vida y que me formó como arquitecta: recuperar la esencia de las tardes de siesta de pueblo, el ruido del viento en los árboles, el silencio del campo, el sol tamizado por el verde de las enredaderas. A la sencillez de una casa en el árbol, al disfrute que daban los juegos en la niñez, al cobijo de ese hogar de amor.

(1) Edificio Alvear 587 en obra, Rosario, 2017/2018, Con CMS arquitectas – ph. propia autoría
(2) Reforma Casa Balcarce 1125, Rosario, 2011, ph. Walter Salcedo
(3) Patio a la calle casa en esquina, Hughes, Santa Fe, 2004, ph. propia autoría
(4) Casa en Palos Verdes, Rosario, 2018, Con CMS arquitectas, ph. Walter Salcedo
(5) Casa en San Luis, Barrio Los Quebrachos, San Luis, 2015/2016 – Anteproyecto con Arq. Leonardo Donati, Proyecto con CMS arquitectas, ph. Walter Salcedo
(6) Ídem (2)

(7) Edificio Alvear 587, Rosario, 2017/2018, con CMS arquitectas, ph. Walter Salcedo
(8) Edificio San Lorenzo 2401, Rosario, 2011/2012, con CMS arquitectas ph.Walter Salcedo
(9) Edificio Suipacha 86, Rosario, 2014/2015, con CMS arquitectas, ph. Walter Salcedo
(10) Ingreso y escalera acceso departamentos, Ídem (9), ph. Walter Salcedo
(11) Palieres y balcones, Ídem (9), ph. Walter Salcedo
(12) Planta baja libre, Ídem(9), ph Walter Salcedo
(13) Patio y contrafachada, Ídem (7), ph. propia autoría en obra

(14) Casa entre árboles – Barrio Puerto Paraíso, General Lagos, Santa Fe – Con CMS arquitectas, 2017, ph Walter Salcedo
(15) Casa en San Luis – Barrio Los Quebrachos – San Luis – Años 2015/2016 – Anteproyecto: con Arq. Leonardo Donati – Proyecto: con CMS arquitectas – Fotografía: Walter Salcedo
(16) Casa en Palos Verdes – Rosario – Año 2018 – Con CMS arquitectas – Fotografía Walter Salcedo
(17) Ídem (16)
(18) Ídem (15)
(19) Ídem (14)
(20) Ídem (14)

Melina Spinetta
Arquitecta graduada de la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de la Universidad Nacional de Rosario (FAPYD – UNR) en el año 2001, con medalla de honor 5º mejor promedio.
En los primeros años, ha realizado trabajos relacionados con el Planeamiento Urbano, trabajando como pasante por concurso en la Dirección General del Plan Director, Secretaría de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de Rosario. En el año 2000, obtuvo mención especial al “Plan de Ordenamiento Urbano de la localidad de Hughes, Santa Fe” en el Taller Internacional de Urbanística Latinoamericana (TIUL), formando parte de la exposición internacional sobre Urbanística Latinoamericana en la ciudad de Madrid.Durante el año 2002, formó parte del equipo de proyecto del “Plan de Ordenamiento Urbano de la ciudad de Victoria, Entre Ríos”, junto con el arquitecto suizo Luigi Snozzi.
Ha realizado colaboraciones ad-honorem en equipos de investigación “Ermete De Lorenzi” y en el “Equipo para el Estudio de la Vivienda (EPEV)” en la FAPyD, UNR.
Ha realizado además adscripciones a la docencia en la Cátedra Davidovich de Proyecto Arquitectónico, y en la Cátedra Rois de Introducción a la Arquitectura y Análisis Proyectual, ambos de la FAPyD, UNR.
Ha cursado el Postgrado de Arquitectura y Tecnologías en la Universidad Torcuato Di Tella, Bs.As.
A partir del año 2003, luego de realizar colaboraciones con otros arquitectos, comienza a trabajar como profesional independiente abriendo su estudio en la ciudad de Rosario, realizando proyectos y obras de diferentes escalas en localidades del sur de la Provincia de Santa Fe y en Rosario.
En el año 2007, se asocia con dos arquitectas Paula Matiasevich y Diana Chiatello, conformando el estudio CMS arquitectas, que se dedica al proyecto y dirección de obras, reformas y ampliaciones.
A partir del primer edificio en propiedad horizontal autogestionado, en sociedad con el estudio contable-impositivo Pelle & asociados se dedican a la construcción de edificios bajo la modalidad Fideicomiso, abarcando todas las áreas: inmobiliaria, comercial, proyecto, dirección de obra y administración.
En la actualidad, el estudio se dedica al proyecto y dirección de obras no solamente de edificios de viviendas, sino también de obras más chicas como viviendas unifamiliares para clientes particulares, obteniendo numerosos premios y distinciones tanto nacionales como provinciales.
Las obras construidas han sido publicadas en revistas especializadas (como Summa, Clarín Arquitectura, publicaciones del CAPSF), páginas digitales de arquitectura (como Arqa, Archdaily, etc), en programas televisivos sobre arquitectura y han participado del Open House Rosario 2018, siendo visitadas por numerosas personas en los recorridos arquitectónicos y culturales propuestos.
Ha participado en concursos provinciales y nacionales, obteniendo el primer premio en el Concurso Provincial de la Cámara de Farmacias de la Provincia de Santa Fe.
En los últimos años, ha sido invitada como disertante en la Cátedra Rois (FAPyD, UNR), en el 2ºciclo “Distendidos” (Rosario), en el “Ciclo de mujeres arquitectas” organizado por la cátedra optativa “Mujer, Arquitectura y Ciudad” (FAPyD, UNR) y en el Ciclo Obra construida del CAD Distrito 3 (Venado Tuerto). Ha participado además en las Críticas Finales de trabajos de alumnos en diferentes cátedras de la FAPyD, UNR y de la UAI.

Il primo approccio all’architettura come disciplina fu ai miei sette anni, nella casa dei miei nonni. Quel giorno, avevano predisposto sul tavolo dei disegni per costruire una casa in campagna. Anche se quella casa non è stata mai costruita, posso ricordare ogni immagine, la distribuzione interna, l’inclinazione del tetto, alcuni dettagli, i colori dei disegni. Quel momento è stato come un Big Bang nella mia vita: scoprire che per immaginare mondi non c’erano limiti e che era possibile disegnarli.
Non ricordo se fu lo stesso giorno o più tardi, disegnai su un tovagliolo di carta bianca «la mia casa sull’albero». Uno spazio ortogonale attraversato da un semicerchio che ospitava il tronco di un albero di eucalipto: quel giorno decisi di diventare un architetto … sebbene lo sapessi molti anni dopo.
Sono cresciuta in una piccola città nel sud della provincia di Santa Fe, tipica cittadina della Pampa. Con una grilla urbana di cento metri x cento metri, una piazza centrale attorno alla quale si trovano gli edifici principali. La ferrovia taglia in due la griglia, definendo un fronte e un dietro: la città da una parte e «dietro la ferrovia»dall’altra. Il paese non arriva a più di dieci, otto isolati e si scioglie lentamente fino a confondersi con le piantagioni circondanti.
Nel mezzo, facendo da limite, ci sono sempre dei gruppi di alberi, molti eucalipti, alcuni pini e pioppi.
La libertà della mia infanzia ha a che fare con questi spazi con alberi e con la natura, fonte inesauribile d’immaginazione e creatività. La mia prima idea di spazio era quella delimitata dagli alberi. Erano i posti in cui giocare: grotte, capanne, case sull’albero, piste da cross. La rete intricata dei rami degli alberi era una opportunità unica per salire e sconfiggerla nel senso di trovare un modo per arrampicarsi. I tronchi caduti dalle tempeste erano i migliori, c’era una maggiore superficie orizzontale da attraversare; allo stesso tempo, erano muri che delimitavano gli spazi del gioco.

Non ricordo i nomi o i volti della gente della mia città, ma ricordo i marciapiedi. Con un salto o una salita per salvare le differenze di quota, di piastrelle o di mattoni incrociati due a due, o semplicemente di cemento con delle crepe in cui apparivano le erbacce.
Tutte le case che immaginavo avevano un cortile e un marciapiede, affacciate sulla strada, uno spazio urbano immaginario tutto mio: con alberi da frutto e fiori, con piazze e parchi, con un orizzonte sempre visibile e la campagna come limite. Le gite in bicicletta, «mate» e amici, la casa di mia nonna e le sue rose, i miei primi amori. Con il fresco delle notti estive, il gelo in inverno e le tempeste in un cielo grigio che sono sempre così reali, quasi inevitabile ma essenziale.
Nel mio lavoro quotidiano, i disegni, gli schizzi consentono l’origine delle idee. Segnano i primi tratti di un progetto, a scala e dimensioni diverse che si mescolano nello stesso foglio. In generale, queste idee appaiono nei miei sogni ed è molto comune per me disegnare a letto, quando mi sveglio o quando vado a dormire. Appaiono disordinati e storti, non sono un fine a se stessi, ma uno strumento per pensare al progetto, provare alcune idee, confermare o scartare altri. Inoltre, spesso affermano le decisioni prese, fanno parte del processo di progettazione.
L’arrivo a Rosario per studiare architettura fu un cambio liberatorio esplosivo nella mia vita. Lasciare dietro gli ambienti familiari, i luoghi familiari. Gli anni delle prime decisioni, costruire la vita, l’identità.
L’ingresso al mondo dell’architettura cambia il mio sguardo: sono passata dall’essere uno zombi per le strade a un’attenta osservatrice della città. Viaggiare in autobus è stata l’occasione per vedere molto in poco tempo: le facciate, le cornice, i grandi e i piccoli palazzi che passavano di fronte al mio finestrino a gran velocità.
Rosario, la città che mi ha adottato e dove ho scelto di vivere, è costruita a pezzi. I lotti di 8,66 m di fronte definiscono un limite di facciate. Ogni tanto, trovi recessi di mura con un giardino anteriore, uno cortile verde, un corridoio che porta ad altre case, una inferriata che ti permette di vedere un patio. Tutto ciò è possibile averlo in ogni fronte di ciascuno dei blocchi di Rosario. Particolare fascino sono i «centro de manzana» (l’interno del blocco di 100x100m.) come un Tetris in tre dimensioni, come tracce libere attraverso le quali il verde e il sole si insinuano.
Rosario ha anche una relazione molto fluida e inclusiva con i suoi spazi pubblici. Ha un rapporto naturale con il fiume, con le sue piazze e parchi, perché è intrinseca alla cultura dei cittadini. «Il Rosarino» cammina per la sua città, visita eventi culturali, vive il parco e il fiume.
Nei progetti di palazzi inseriti nel tessuto urbano del macrocentro di Rosario c’è un tentativo di salvare questa identità de Rosario con progetti che la sostengono, che stabiliscano relazioni tra lo spazio pubblico e i «centros de manzanas». Pertanto, è essenziale che abbiano una buona illuminazione e ventilazione, finestre con cortili verdi, collegamenti visivi allo spazio pubblico, piani terra liberi. In termini di materialità, la questione della sostenibilità è una priorità: materiali nobili con bassa manutenzione, buona durata e buon invecchiamento.
La ricerca di un’autenticità evitando pretese formali è il percorso scelto.
Questo accumulo di esperienze, privo di preconcetti, è il mio bagaglio per l’architettura. La mia ispirazione e i miei desideri. La bussola che mi porta al destino: i progetti non sono per me oggetto-scultura, né speculazioni materiali o discussioni tra forma e funzione. Cerco di catturare e realizzare esperienze, modi di vivere che hanno a che fare con la tranquillità di un cortile circondato da piante, con la luce che illumina l’ambiente, un ritaglio di cielo attraverso una finestra, un posto raccolto dove rilassarsi , una cucina generosa, ambienti che invitano all’incontro con gli altri.
Spazi che trasmettono sensazioni e permettono emozioni, dove il centro di interesse è posto nella persona che lo abita e non in qualcosa di esterno ad esso. Che le semplici esperienze di vita – come il riposo, l’incontro con gli altri, il piacere di leggere o cucinare, tra gli altri – abbiano luogo.
Le premesse principali che originano le prime idee hanno a che fare con il sito naturale, il terreno in particolare, la tradizione e la cultura del luogo, gli orientamenti, le visuali a privilegiare e le persone che ci abiteranno, i loro desideri e le loro storie.
Il progetto si prefigura attraverso tutte queste premesse. La forma viene dopo ed è il risultato del rapporto e della confluenza di queste ricerche, e non il contrario. Sono sempre più interessata a un tipo di architettura autobiografica, nel senso di tentare di esprimere, deliberatamente o meno, ciò che considero importante nella vita e che mi ha plasmato come architetto: recuperando l’essenza dei pomeriggi, il rumore di vento tra gli alberi, il silenzio del campo, il sole setacciato dal verde delle viti. Alla semplicità di una casa nell’albero, al godimento che i giochi davano nell’infanzia, al riparo di quella casa amorevole.

Se persegui la bellezza, ti sfugge. Due considerazioni su Rosario, J. M. Rois

(ascoltare    https://oscarfavre.bandcamp.com/track/puerto)

Díptico Pasillo - Patio, JM Rois
Diptico Pasillo Patio, JM Rois

Sulla bellezza di Rosario in tre movimenti
Se persegui la bellezza, ti sfugge.

1/
Ci sono architetti che si sforzano troppo e si vede. Usano disperatamente frammenti di altre opere, di altri luoghi, aggrappati a giochi geometrici, simmetrie leggermente asimmetriche. Tutto sembra finto, forzato, indurito.
L’occhio capisce tutto, le maschere finte cadono. I vani tentativi dell’architetto di perseguire la bellezza, potrebbero essere divertenti se i risultati non fossero così patetici, così pubblici. La concentrazione estetica sembra avvenire in un posto: la facciata. Schiavi del disegno frontale guardano il loro lavoro da un punto di vista infinito immaginando il controllo totale sul suo lavoro. Ma … e la vita?
La vita è scorcio, movimento, variazione, tempo, imperfezione. La bellezza è epifania, (manifestazione della divinità in forma visibile) occorre. Nei momenti creativi appare (la bellezza) là dove abbassiamo la guardia, dove non prestiamo attenzione. Appare quando lasciamo respirare i progetti, quando gli diamo lo spazio necessario affinché la vita entri attraverso la finestra come una brezza. Inizi a immaginare luoghi, storie, sguardi. Ed è lì quando le linee del disegno si caricano di significato oltre alla geometria, più vicino al quotidiano, al leggero squilibrio della realtà.

2/
Dove si trova la bellezza nell’architettura di Rosario? Là dove l’architetto non ha avuto tanto potere o ambizione. Là dove la città gli ha imposto complicazioni assai più forti della sua pulsione d’ordine. Nella bellezza atipica del»centro de manzana» (*).
A chi è venuto in mente questi blocchi di 100 m x 100 m? Sogni razionali e di ordine esterno che nascondono un denso caos di muri articolati, terrazze, cortili, scale. Quante situazioni, quanti luoghi si nascondono dietro questi muri continui che non ci permettono di vedere? Come sono risolti questi lotti impossibili?
A pura vita.
Il «centro de manzana» a Rosario è un territorio perfetto per i gatti, gli unici che si adattano alle possibilità di attraversare i muri. I cani, dall’altra parte, abbaiano dai loro cortili – prigione.
Centro del blocco, dall’alto. La brutale bellezza del reale allo stato puro. Nessuno guarda le antenne della televisione che arrugginiscono al sole. La bellezza delle contro facciate che nessuno ha progettato. I cortili delle «case corridoio» (casa pasillo **) piastrellato di rosso, la tenda verde nel cortile e le sedie bianche. L’umidità delle pareti delle facciate sud, il modo in cui una crepa si fa strada, o la costellazione di forme create dal intonaco che continua a scrostarsi.
Pretendo il mio pezzo di cielo Rosarino, la mia «casa chorizo (**) » che guarda a nord, l’ombra della vigna del patio di mio nonno, la piastrella in diagonale che rompe il disegno geometrico e nasconde il tesoro segreto.

3 /
Non scherziamo, la bellezza di Rosario sta nelle sue donne.
E seguendo il mio ragionamento, preferisco la bellezza attigua, senza trucco, possibilmente bevendo un «mate» (***) di domenica pomeriggio, un po’ indifeso, un po’ vulnerabile.

03-Walter Salcedo
Rosario, foto Walter Salcedo

Il potere della piccola scala


Piccola scala = pratica architettonica contemporanea di Rosario.
Il segno come uguaglianza. La pratica architettonica contemporanea di Rosario è di piccole dimensioni.
Piccola scala che funziona per accumulo, lotto a lotto. Accumulo che basato su azioni individuali, propone variazioni minime su temi ricorrenti; prima le «case chorizo»**, oggi, i palazzi.
Rosario è la somma di quelle ripetizioni. È qui che gli architetti di Rosario dimostrano (o non) la loro responsabilità culturale nella costruzione della città.
Esiste un’identità propria della pratica architettonica contemporanea? Quali sono le sue caratteristiche? C’è qualche dato strutturale? Si potrebbe determinare una correlazione con i processi della de-industrializzazione e della coltivazione della soia?

Pratica della banalità
Così come il mostruoso ci chiama e ci seduce, la mediocrità ci invita con la sua subdola comodità. Senza dimenticare il pericolo che comporta la teorizzazione di certe cose (il supporto da chi non ha argomenti), quale dovrebbe essere la cornice concettuale per affrontare la nostra vita quotidiana architettonica? Potremmo teorizzare sui balconi curvi?  O potremmo descrivere le condizioni del mercato per capire il perché delle camere larghe 2,15 metri? Presenteremmo l’intonaco come una strategia di camuffamento che simula le deficienze costruttive? Vorremmo prestare la nostra voce per giustificare la comunione delle amministrazioni socialiste con i capitali privati, concentrati per espandere l’uso dei nostri terreni suburbani disponibili?
Propongo di cambiare la pratica della banalità con un’epica del quotidiano.

Epica del quotidiano (Genere di poesia di stile elevato che narra le imprese di un popolo o di un grande eroe/eroina.)
Un’epopea che funzioni con piccoli interventi che scoprono le potenzialità dell’innovazione architettonica intrinseca al duo: variazione/ripetizione, che comprenda la responsabilità incrementale che ci riguarda nella costruzione della città, propositiva di strategie alternative alla banalità prevalente; che sia capace di ridare rilevanza alla nostra professione nella definizione collettiva del nostro futuro urbano.

Urbanismo del piccolo
Sarà possibile, dalla piccola scala, reinventare la città? Per accumulo, uno dopo l’altro, piccoli frammenti utopici, sogni di vite migliori, nascosti forse nella profondità delle nostre «centro de manzanas»*? Quali tipologie rivoluzionarie ci attendono dietro l’angolo? Quanti cortili? Quante terrazze?

02-Frittegotto
Panorama de Rosario, foto Gustavo Fritegotto

NdA
*Manzanas y Centro de manzana
Grandi blocchi di case circondati su tutto il loro perimetro da strade e traffico motorizzato, solitamente racchiudono un patio. Questo patio-spazio interno, invisibile dalla strada, era conservato nella sua espressione minimale nell’epoca dello sviluppo industriale, come un «cortile di luci.
L’uso della parola «manzana» (mela) non deriva dal frutto dello stesso nome, ma dal castellano «mansana» catalana, la cui origine è il «manso» derivato dal latino «mansio, mansum», a sua volta derivato dalla forma verbale manere, abitare in una casa. Nel medioevo veniva chiamato «manso» alle stesse case di campagna che in epoca romana venivano chiamate «ville. Quindi, il raggruppamento di diverse case intorno ai «manso» era chiamato «mansana»
**Casa pasillo o chorizo
Terminologia usata per descrivere le costruzioni di molte delle case costruite negli sviluppi urbani argentini tra il 1880 e il 1930. Da un aumento demografico, nasce la necessità di migliorare l’uso della terra urbana: la compattazione del tessuto urbano. Blocchi di origine coloniale di 150 «varas» di lunghezza, erano suddivise in appezzamenti di 10 «varas» di fronte (equivalenti a 8,66 m) per avere una maggiore quantità di terra. La «casa del chorizo» risponde alla successione di stanze uguali lungo un asse longitudinale.Questa tipologia è determinata dalle trasformazioni subite in Argentina dal 1850. È il risultato architettonico delle case costruite dall’ondata di immigrati europei, per lo più italiani e spagnoli, della classe media urbana.
***Mate
Si chiama mate l’infusione preparata con le foglie di erba Mate (in spagnolo yerba Mate o semplicemente yerba), una pianta originaria del Sud America. Seguendo lo stesso procedimento del tè, la yerba Mate è essiccata, tagliata e sminuzzata. Il suo sapore si sposa tanto con cibi dolci, quanto con quelli salati. Tradizionalmente questa infusione si beve calda.

01-Diptico
Díptico – pasiilo – patio, foto JMROIS

SOBRE LA BELLEZA ROSARINA EN TRES MOVIMIENTOS.

1/
Si perseguís la belleza, se escapa.
Hay arquitectos que se esfuerzan demasiado y se les nota. Desesperadamente usan fragmentos de otras obras, de otros lugares, y se aferran a juegos geométricos; simetrías ligeramente asimétricas. Todo suena falso, forzado, endurecido. El ojo entiende todo, las máscaras falsas caen. Los intentos vanos del arquitecto por perseguir la belleza causarían gracia si los resultados no fueran tan patéticos, tan públicos. La concentración estética parece ocurrir en un solo lugar: la fachada. Fachadistas esclavos del dibujo frontal miran su obra desde un punto de vista infinito, imaginando un control total sobre su obra.
Pero… y la vida?
La vida es escorzo, movimiento, variación, tiempo, imperfección. La belleza es epifánica, ocurre. En los momentos de creación, aparece ahí donde bajamos la guardia, donde no prestamos atención. Aparece cuando dejamos respirar los proyectos, cuando les damos el espacio necesario para que la vida entre por la ventana, como una brisa. Empezás a imaginar lugares, historias, miradas. Ahí es cuando las líneas del dibujo se cargan de un sentido más allá de la geometría, más cercano a lo cotidiano, al ligero desajuste de lo real.

2/
Dónde ocurre la belleza en nuestra arquitectura rosarina?
Ahí donde el arquitecto no tuvo tanto poder, tanta ambición. Ahí donde Rosario le impuso complicaciones más fuertes que su impulso de orden, en la atípica belleza de nuestros centros de manzana. A quién se le ocurrieron estas manzanas de 100×100? Sueños de razón y orden exterior que esconden un denso caos de articulación de muros, terrazas, patios, escaleras. Cuántas situaciones, cuántos lugares se esconden detrás de estos muros continuos que no nos dejan ver? Como se resuelven estos lotes imposibles?
A pura vida.
(El centro de manzana rosarino es territorio perfecto para los gatos, los únicos que se apropian de las posibilidades de cruce por sobre muros. Los perros ladran desde sus patios prisión.)
Centro de manzana, desde arriba. La brutal belleza de lo real. Rosario en estado puro. Nadie mira las antenas de televisión oxidándose al sol. La belleza de contrafrentes que nadie diseñó. Los patios de casas de pasillo de baldosa roja, toldo verde y sillas blancas. La humedad de las medianeras al sur, la manera con la que una grieta encuentra su camino hacia arriba, o la constelación de formas creadas por revoques que siguen despegándose más y más. Reclamo mi pedazo de cielo rosarino, mi casa chorizo mirando al norte, la sombra de la parra del patio de mi abuelo, la baldosa girada que rompía el dibujo geométrico y escondía el tesoro secreto.

3/
No jodamos. La belleza rosarina son las chicas.
Y si siguen mi tren de pensamiento, yo prefiero la belleza cercana, sin maquillaje, tomando mate un domingo a la tarde, con la guardia baja y la vulnerabilidad a flor de piel.

03-Walter Salcedo
Fragmento foto Walter Salcedo

El Poder de la Pequeña Escala

Pequeña Escala = práctica arquitectónica contemporánea rosarina.
El signo iguala: la práctica arquitectónica contemporánea rosarina es de pequeña escala.
Pequeña escala que trabaja por acumulación, lote a lote. Acumulación que en base a actuaciones individuales propone variaciones mínimas sobre temas recurrentes; antes casa chorizo o casa de pasillo; hoy, edificios en altura. Rosario es la suma de esas repeticiones. Es aquí donde los arquitectos rosarinos demuestran (o no) su responsabilidad cultural en la construcción de la ciudad.

Rosarinidad al palo sojero
Existe una identidad propia de la práctica arquitectónica contemporánea? Cuales son sus rasgos? Existe algún dato estructural? Podríamos determinar su correlación con los procesos gemelos de desindustrialización y primarización sojera?

Práctica de la banalidad
Así como lo monstruoso nos llama desde su seducción, la mediocridad nos invita con sus comodidades cercanas. Sin olvidar el peligro que implica teorizar sobre ciertas cosas (prestando sustento a aquel que no tiene argumentos), cuál debiera ser el marco conceptual para abordar nuestra cotidianeidad arquitectónica? Teorizaríamos acaso sobre los balcones curvos? Describiríamos las condiciones de mercado para entender dormitorios de 2,15 metros de ancho? Presentaríamos al revoque como estrategia de camuflaje simuladora de deficiencias constructivas? Prestaríamos nuestra voz para justificar la comunión de administraciones socialistas con los capitales concentrados para expandir la individuación suburbana de nuestros suelos disponibles? Propongo una inversión en los valores, propongo cambiar la práctica de la banalidad por una épica de lo cotidiano.

Épica de lo cotidiano
Una épica que trabaje desde pequeñas intervenciones que descubran el potencial de innovación arquitectónica intrínseca a la dupla repetición/variación; que entienda la responsabilidad incremental que nos compete en la construcción de la ciudad; que proponga estrategias alternativas a la banalidad imperante; que reinstale la relevancia de nuestra profesión en la definición colectiva de nuestro futuro urbano.

Urbanismo de lo pequeño
Será posible, desde la pequeña escala, reinventar entonces la ciudad? Por acumulación, uno tras otro, de pequeños fragmentos utópicos, sueños de vidas mejores, ocultos tal vez en el centro de nuestras manzanas profundas? Qué tipologías revolucionarias nos esperan a la vuelta de la esquina? Cuántos patios? Cuántas terrazas?

02-Frittegotto
Panorama de Rosario,foto Gustavo Fritegotto

Juan Manuel Rois
arquitecto.Universidad Nacional de Rosario, 2000.
Master in Architecture. Universidad de Illinois, Chicago, 2003
Profesor Titular UNR, Rosario, Argentina.
Profesor Extranjeroen la Escuela de Arquitectura, Arte y diseño del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Design Critic en la Graduate School of Design, Harvard University. Saarinen Visiting Professor en la escuela Taubman de Arquitectura y Planeamiento Urbano de la Universidad de Michigan. Assistant Professor en la escuela de Arquitectura de la Universidad de Illinois en Chicago. Desarrolla su práctica profesional en forma independiente en la ciudad de Rosario, Argentina. Ha trabajado con Skidmore, Owings and Merrill LLP,Chicago, en las oficinas de Xavier Vendrell, Chicago y con Marcelo Villafañe, Rosario. Su trabajo profesional ha sido premiado en concursos nacionales e internacionales, sus proyectos han sido publicados y exhibidos igualmente. Su trabajo teórico incluye ensayos publicados en las revistas Azure, Arquine, Plot y Summa+.

CV-ROIS 2019

Convivencias / Convivenze

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ugo Rosa, Caltanissetta, Sicilia. (la mia città, nel bene e nel male)

Sicilia

Il mio rapporto con il linguaggio parlato è strano e ha sviluppato in me, fin da bambino, la convinzione di soffrire di una qualche forma di dislessia.
La mia lingua madre infatti è il siciliano. Continuar leyendo «Ugo Rosa, Caltanissetta, Sicilia. (la mia città, nel bene e nel male)»

Nicolò Galeazzi e la nebbia di Brescia

TRA IMMAGINI E IMMAGINAZIONE

Sono nato nel 1987 in un piccolo paese a sud di Brescia, in quella che è definita la bassa bresciana, dove finiscono le montagne che circondano la città e inizia la pianura sconfinata che procede in direzione di Cremona, poi del Po’ e infine dell’Emilia.
Una lunga e illimitata linea orizzontale che domina incessantemente il paesaggio e che credo abbia condizionato, fin dall’infanzia, il mio modo di vedere il mondo, le cose che stanno nel mondo e le relazioni tra loro.

E con essa la nebbia. Continuar leyendo «Nicolò Galeazzi e la nebbia di Brescia»

Walter Salcedo, fotógrafo de Rosario. «La ciudad que vive detrás de un auto».

 

El auto y la ciudad.
Texto del Autor: Arquitecto Walter Gustavo Salcedo,
Colaboración: Arquitecto Orlando Luis Alloatti

Pienso en la ciudad como un testigo cabal y concreto del paso del tiempo y de la vida de sus habitantes, especialmente en las grandes ciudades que, tal y como las vivimos hoy, están llenas de historias para contar, historias propias. Continuar leyendo «Walter Salcedo, fotógrafo de Rosario. «La ciudad que vive detrás de un auto».»